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jueves, 30 de mayo de 2013

Nazi para tí

Más lejos va quedando la Segunda Guerra Mundial y más se van simplificando todos los fenómenos que la acompañaron. Toda la complejidad de la historia termina reducida a un loco que toma el poder de Alemania quién sabe cómo y se pone a hacer el mal, censurando, persiguiendo judíos e invadiendo países, hasta terminar vencido tras matar a millones de personas. Fin. En consecuencia, y por un proceso mental tan sencillo como inescrutable, todo lo que no es nazi es bueno, y todo lo malo es nazi. Es la vigente teoría de "un" demonio (hoy que está mal visto encontrarle un plural), pero adaptada a estos tiempos laicos, donde acusar de satánico al enemigo es menos anacrónico que declararlo nacional-socialista. O fascista, porque en el reduccionismo de marras todo es sinónimo mientras pertenezca al lado oscuro. Se'gual. Hay día y noche: si yo soy el día y  te creo distinto, sos la noche. Hereje. Nazi. Lo que sirva para desacreditarte, bah, aunque no seas hereje ni nazi.
El dicotomismo maniqueo no se extingue, se adapta camaleónicamente. Salem ya no busca brujas: busca nazis. Y que los hay, los hay, pero así como antes las antorchas no apuntaban a quien sacrificara niños invocando al diablo, sino a otros estorbos humanos a los que acusar de ello, ahora un Biondini puede volver de un asado con sus camaradas hitlerianos y oír al televisor decir que este gobierno (al cual detesta) es nazi, o leer en el diario a algún intelectual acusar de nazi a quien denuncie la corrupción gracias a una libertad de prensa que el nazi también detesta. 
 En tanto, todo lo malo del nazismo surge de actitudes que no inventó el siglo XX sino que la sociedad arrastra en su comportamiento como un resabio pleistocénico, difícil de erradicar en tanto no veamos allí el germen de futuros demonios por inventar (con nuevos nombres y aún declamándose en las antípodas del demonio anterior). En nombre del rabino que redujo los 10 mandamientos al solo mandato de amar, los que nacen inquisidores torturaron y mataron gente inocente por considerarse del partido del Maestro, por creer al distinto miembro del bando que lo torturó a aquél hasta la muerte. No vieron el mal en la tortura y la muerte sino en el otro, en el que no tiene el carnet de persona ideológicamente acertada que se hicieron ellos mismos, pues los mártires fundadores en cuyo nombre dicen obrar no están ahí para quitárselos y rajarlos a patadas. Caeríamos en el mismo error acusando de ser parte de la última dictadura a una rubia clase '90 o si quisiéramos hacer con sus personeros cuanto hicieron con nosotros. El querer tenerlos presos tras un juicio legal es lo que nos hace distintos y mejores, aunque no seamos puros.
A veces parecería que la única ley aprobada mancomunadamente por oficialistas y opositores es la de Godwin. Si a alguien le disgusta que el dinero que le entrega al Estado para mantención de escuelas y hospitales termine desviado por la corrupción hacia la mansión de un nuevo rico, puede ser solapadamente acusado de nazi por algún escaldo del gobierno que compare su conmoción con el antisemitismo que terminó matando a millones de judíos en Europa. Paralelamente, no tan inteligentes para encontrar el juego dialéctico que disimule la acusación, La Nación editorializa el peligro de que este gobierno que se cree tan socialista como nacional termine siendo nacional-socialista. Quiere advertir que el gobierno va hacia eso, como algo que sucede arriba, y olvida el papel del propio pueblo alemán en la construcción de semejante consecuencia lamentable. Sólo falta que nos pregunten: "¿Y vos, a qué nazi preferís, a papá gobierno o a mamá periodista?" Se nos está yendo un poco la mano a fuerza de polarización y simplificación, aunténticos peligros de repeticiones novedosamente maquilladas. Tampoco es una exclusividad nuestra: en EEUU acusan a la empresa JCPenney por una cafetera que ven parecida a Hitler. No sé si es nazi, pero es bastante pava.
Llegado un punto, ya ni sabemos de qué se trata ser nazi y qué es lo que tiene de malo, sólo que está mal. Así, un púber resentido puede volverse filonazi por pura reacción rebelde de sus hormonas y adherir al mismo partido que -en la Alemania de hace 70 años- lo hubiera eliminado por impuro indio sudaca. Y el vecino que quiere imponerle arbitrariamente sus antojos sonoros a la mayoría, puede victimizarse acusando de fascistas a quienes le piden respetar al resto, convencido de que la dictadura es censurar(lo) y nunca obligar, un individuo a la comunidad, a someterse a sus caprichos de macho alfa. La cosa es disparar más rápido que el otro nuestra ráfaga de palabras mágicas: ¡nazi! ¡facho! ¡vos sos la dictadura! Así, Cristina es nazi para un cacerolero que es nazi para un oficialista. ¿O será que este país es nazi? ¿O será que la culpa no es de Cristina ni de la cacerola, sino de una sociedad con mucho de pava?



sábado, 25 de mayo de 2013

Las nubes de mayo

Siempre atento a cosas de poca importancia -porque si tuvieran la que les doy, serían la principal nota de tapa en todos los medios- llego a este 25 de mayo con la cabeza en sucesos que no ocurren frente al Cabildo de Buenos Aires sino país adentro: ayer nomás, hace cuestión de horas, las fuerzas del Poder atacaron a la comunidad tonokote "Auqajkuna" en Santiago del Estero para la victoria de los intereses privados por sobre el monte nativo y sus pueblos originarios. Represión y balas de goma mediante, los uniformados pudieron reducir a los aborígenes que ocupaban y protegían unas tierras que los de arriba buscan expropiarles con dudosa legalidad y nula legitimidad. Hoy, mientras la gran mayoría celebraba en el centro porteño nuestro pan diario de emociones, las topadoras arrasaban con aquello que habían montado en la Argentina interior la naturaleza y sus hijos.
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En la misma semana habían sufrido también su ataque periódico los Qom del tan penetrado impenetrable chaqueño, cuya lista de asesinados se amplía en Chaco y Formosa desde tiempos inmemoriales. El artículo 75 de la Constitución mientras tanto sigue ahí, para tranquilidad de nuestras conciencias. El doble juego entre lo que hacemos y lo que creemos ser, entre la práctica cotidiana y la teoría que nos redime, entre los hechos y las palabras, la acción y el discurso, la historia y el relato... nos tiene así, mirando un horizonte promisorio para no ver dónde estamos pisando ahora mismo.
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Res non verba
No estamos escribiendo la historia. O dicho de otro modo: la historia no es esa que escribimos prolija y épicamente para nosotros y otros, sino aquella protagonizada por nuestros actos, más allá de la tinta empleada. Una historia que no cabe en el pasquín del autoelogio y nos incluye (re)escribiéndola, a pesar nuestro. Si tomásemos honesta conciencia de esa sutil diferencia entre nuestra verdad y la realidad que la trasciende, veríamos el plato de la balanza que negamos. La simbología de insultar la estatua de un Roca muerto, de sacar la de Colón de su sitio histórico tras la casa de gobierno, de cambiarle el nombre al  feriado del 12 de octubre, de quitar la primer sílaba al descubrimiento de América son como la foto del Che en el despacho del señor feudal, que actualizó su táctica para perpetuarse en el poder de siempre. En la realidad los aborígenes siguen siendo muertos y expulsados de su tierra hacia el conurbano de la miseria. Y aquella tierra dejada atrás, la patria que hoy vivamos, es la pachamama incubando soja e infectada de minería contaminante. Y los glóbulos que acuden a su defensa son reprimidos, como sucede en Famatina.
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¿La década engañada?
Nuestros gobiernos nunca se rodean de funcionarios que sepan avisar al rey su desnudez. Tampoco los buscan. Nuestro panorama político tiene menos análisis científico que fe religiosa. Si es por creer, suponemos por ejemplo que las inundaciones fueron un accidente y que se hará algo para que no se repitan. En los hechos, a días de una catástrofe sin cifra confiable de muertos, el Estado le quitó a la Reserva Natural Laguna de Rocha (un humedal que había regulado y evitado que en Esteban Echeverría las lluvias alcancen las graves consecuencias sufridas en partidos vecinos) 64 hectáreas para que dos clubes de fútbol realicen emprendimientos inmobiliarios. Se aprobaron más inundaciones para el futuro, pero tampoco es un tema que gane suficiente espacio en medios oficialistas ni opositores. Será que nuevamente le doy una importancia que no tiene.
Todas estas noticias son de mayo 2013. Ahora celebremos el mes de la patria.

martes, 14 de mayo de 2013

Quintín

Allá por los '70, entre las historietas de la última página del diario había una que era protagonizada por un haragán llamado Quintín García y su esposa Gertrudis, a quienes su autor Bob Weber había bautizado en su Norteamérica de origen Moose & Molly. En Argentina la tira se llamaba "Y ríase la gente", en referencia al famoso refrán de un poema de Góngora ("Ándeme yo caliente y ríase la gente").
Comparto algunas muestras de esta obra para quienes la añoran o no la conocen, dado que hallo poco y nada en la web. Click en las imágenes para ampliar.




 Más material en el blog de Arturo el despistado.






domingo, 12 de mayo de 2013

Así son ustedes

Como el niño que hace llorar a otro y se defiende ante el mayor a cargo diciendo "Él empezó primero", la versión adulta del mismo niño no muestra mayor madurez cuando se ataja de igual modo ante una acusación que lo involucre: rápidamente necesita encontrar a otro que haya cometido por lo menos el mismo delito, y si es el acusador, mejor. El inconveniente surge cuando al acusador no se le conoce mayor defecto, caso en el cual, se busca mentalmente a alguien criticable, se toma una coincidencia entre ambos que pueda ubicarlos en el mismo equipo, y se responde refiriendo al crimen del convenientemente convocado ausente, anteponiendo un cómodo "Ustedes". "Ustedes qué me acusan si quemaron a Juana de Arco", por ejemplo, si el que nos señala que entramos a la casa con excremento en la suela es inglés. Es la versión adulta del "espejito rebotín" infantil.
Por lo general, la generalización parece general. Un diálogo entre individuos se convierte de repente en una batalla entre grupos de interés, ante la sola pronunciación de esa palabra mágica: "ustedes". En el necio astuto es una estrategia. En el menos lúcido, una reacción. Es el caso de quien no se luce precisamente en comprensión de texto, defendiéndose incluso de cosas que no fueron las dichas, lo cual en una discusión verbal puede generar la confusión necesaria para huir entre la cortina de humo, pero en un debate escrito lo deja expuesto ante cualquier lector futuro que esté ajeno a los calores del momento y posea dos dedos de frente. Hoy lamentablemente, poco ayuda cierto vicio posmoderno de creer que pueden discutir en igualdad de condiciones la palabra ajena y la mía para describir lo que pienso yo mismo. Y si sumamos el éxito de toda mentira bien insistida, podemos trascender pegados a gente que nos es indeseable, sólo por un “ustedes” dicho por alguien con más poder.
El niño que cerraba los ojos para que el resto no lo vea, finalmente perfeccionó su treta repartiendo vendas al resto. No lo precisaría ante una acusación falsa, ya que no hace falta desviar la pelota cuando tenemos la verdad para atajarla. Aún así, ese es su modo de actuar, porque (desde que cerraba los ojos) cree que le da resultado. Remontándonos aún más en su tiempo, algo parece quedar de su placentera experiencia en la placenta, etapa durante la cual el mundo se dividía en “nosotros” (yo con mamá que me alimenta) y “ustedes” (el agresivo mundo exterior). Cierta visión dicotómica que separa al blanco del negro, sin grises (y sobre todo sin colores) lo deja a uno oportunamente en el lado correcto. En consecuencia, todo el que no está conmigo está en mi contra: en el homogéneo bando de mi oposición, del odio, del Mal. Y esos son “Ustedes”.
-Soy opositor porque no me gusta que me roben. -¡Ah, qué decís si USTEDES le robaron el oro a los incas!
-Soy oficialista porque ningún otro tiene huevos y un plan. -¡Lo mismo dijeron USTEDES cuando invadieron Polonia!
-Que tengas un feliz día, mi amor. -¡Sí, mucho ‘feliz día’ pero USTEDES después nos prenden fuego!
-Mañana cumplo años. -¡Uy cómo rompen con eso USTEDES las de tu signo!
En esta tenaz lucha contra los fantasmas, desde la trinchera no se distingue al individuo. Si pecasen de exagerados mis ejemplos, valga entonces el (mal) ejemplo de algún ministro acusado de corrupción, para quien sus críticos (año 2013) "son los mismos que vencieron en Pavón, los que nos llevaron a un conflicto fraticida con Paraguay, los que en 1820 contrataron (sic) el préstamo de la Baring Brothers, los que impulsaron la batalla de Caseros, los que llevaron a la catástrofe de fines del siglo XIX… los que derrocaron a Yrigoyen, los que impulsaron la década infame, los que formaron la Unión Democrática, que es tan destituyente como algunos sectores condenados por nuestro partido,... los mismos que bombardearon Plaza de Mayo en 1955 y los que desaparecieron a 30 mil personas”. Todo esto hicieron, para De Vido, quienes hoy dicen que el índice de la construcción bajó.
Tenemos entonces que los federales de Urquiza que vencieron en Caseros a Buenos Aires, son los mismos de Buenos Aires que vencieron en Pavón a los federales de Urquiza… entre otros absurdos reduccionismos, forzados para trasmitir un simple sofisma: que si un asesino que torturó repite tal mentira, quien repite tal mentira es un asesino que torturó. La utilidad de este tipo de falacias es que permite embolsar a cada opositor con "ustedes", los torturadores, cuyas cualidades son convenientemente transmisibles al resto, incluyendo a ese opositor que fue torturado durante la Dictadura y que podría correr al gobierno por izquierda, y ahora devenido en su propio torturador y más aún: negado por el oficialista defectuoso (aquél que le esconde al rey que está desnudo) de cuya visión, ese incómodo opositor está desaparecido.
Quisiera evitar, tanto que esta nota resulte una mera columna política por culpa del ejemplo final, como que se soslaye su objetivo de apuntar contra las generalizaciones de quienes creen que uno se llama Ustedes. Ojalá sirva el siguiente video para mi propósito. Pero no sé si voy a lograrlo: al fin y al cabo, malinterpretar todo es lo típico de ustedes, los lectores.