Años atrás existía en los colegios la materia "Higiene". Muchos adultos no parecen haber alcanzado esta edad aplicando sus enseñanzas, las que bastante bien les haría repasar, tal como hacemos algunos padres cuando nuestros hijos nos traen tarea a casa... Pero es muy difícil lograr este segundo aprendizaje de nuestras vidas, cuando la materia no ha vuelto a dictarse.
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"No estornudarás a tu prójimo"
¿Hacía falta una pandemia para que empecemos a redescubrir la importancia de no toser sobre la cara ajena? Para peor, ni siquiera el motivo de la gripe es suficiente: al macho tímido le da vergüenza empezar a cubrirse, y al homo sociabilis le trauma abandonar el saludo 'con beso' de las ciudades. Como si lavarse las manos fuera signo de debilidad, o cuidarse lo fuera de paranoia, rechazan cambiar actitudes como el más conservador de las tradiciones. Y lo cierto es que la ignorancia es signo de ignorancia, con o sin persecutas.
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"Hazte el duro y veré tu debilidad"
La actual circunstancia permite observar extrañas paradojas: Gente que, de puro egoísmo, no se quiere. Gente que por cuidar su imagen de viril guardavidas nuestro (que sólo ellos creen tener) nos pone en riesgo. Gente que en actitud superada no pelea, pero de temor por la lucha. Gente que por miedo a caer sobre una vía del tren, no se mueve de la otra en la que está parada. Y lo peor es que entre ambas hay todo un arco iris de distancia desplegando variadas posibilidades de equilibrio sin necesidad de posturas irracionales.
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"Saber salva... ¿Saber qué?"
Habiendo mil infectados y 50 muertos, el susto podía ser nuestro alto porcentaje de mortandad. Habiendo 100.000 infectados y 50 muertos, el susto es nuestro alto número de infectados. Como fuera, siempre habrá quien esté atento al análisis negativo, pudiendo haber hecho para ambos casos el razonamiento inverso. Pero si alguien no sabe tranquilizar a la población, justamente son los medios masivos, que venden con la polémica desgastante, la inseguridad como objeto y objetivo, y el escándalo inútil.
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"Nene, lavate las manos ¿llevas el saquito? Usá pañuelo..."
Al final, se trata de hacer lo que siempre desoímos de las abuelas. Está claro que cueste aceptar semejante derrota, o que aún nos dura la fiaca... Pero es así, nomás. Los antiguos sacerdotes dictaminaban qué animales eran impuros, y así evitaban triquinosis y otras enfermedades de horrible muerte; también prohibían las relaciones extramatrimoniales como forma de frenar las venéreas... Pero eran gente de su época, y ahora existen condones baratos, aunque perduren cleros demasiado literales y sin la hora actualizada.
De higiene es de lo que se trata cuando queremos evitar el SIDA. De higiene estamos hablando para evitar el dengue, no dejando cacharros donde se junte el agua o poniendo mosquiteros para que no entren bichos al hogar. De higiene se trata dejarlo libre de resquicios donde aniden las vinchucas, en las zonas con Mal de Chagas.
Tanto la gripe aviar como la porcina surgieron de un mismo caldo de cultivo: pésimas condiciones de higiene en granjas productoras de alimento masivo. El Sistema no precisa de científicos locos en laboratorios malignos, aún si los hubiera, pues le basta la propia mugre que él mismo genera por su propia naturaleza... (y por falta de esta misma, hacinando bestias de modo antinatural).
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"Los más vivos, no son los maleducados"
Entonces, si de higiene se trata cuando hay que frenar el hantavirus evitando que el excremento de las ratas se junte bajo nuestro techo... y si de eso se trata para con tantos otros males... ¿vamos a esperar inmóviles, o vamos a hacer algo y limpiarnos del miedo? Siempre debimos hacerlo y siempre podemos empezar: se trata de limpiar la casa, ventilarla, desinfectar el baño, lavarse las manos seguido, la cara...
¿Precisamos muertes masivas por caries para lavarnos los dientes? Y sin embargo, lo hacemos mal, poco, a veces sólo por nuestra imagen más que por la salud... Y entonces vamos al dentista recién cuando el dolor de la infección no nos deja seguir viviendo distraídos. Y el dentista nos hará doler también, claro, y la culpa será suya y no nuestra, pobres víctimas.
El esfuerzo que necesitamos es mínimo: no lo hagamos difícil. Es la higiene el punto, más que sus propias presas. Con ella se controla la gripe A, la común, el virus del resfrío, la bacteria de la tuberculosis... Porque higiene es también respetar al otro, no hablarle encima, no toser cerca...
y no asustarlo.