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domingo, 21 de diciembre de 2014

Nosotros y las llamas

Cuando los compañeros ganamos las elecciones y nuestros líderes dijeron públicamente a cuánto llevaríamos el dólar, los correligionarios debimos entregar el gobierno antes de tiempo pues todo se volvió un caos, incluyendo algunos saqueos de los que nos culparon a los camaradas. Así iniciaríamos la década menemista, con la cual, quienes queríamos una revolución productiva nacional y federal, arribamos al poder y dejamos al interior sin ferrocarriles. Los gremios metalúrgicos perderíamos fuerza, a medida que la ganábamos nosotros, los camioneros. Y felices como cuando Martínez de Hoz nos permitía viajar a Miami, nos reelegimos. Mientras, nuestras cacerolas eran pagadas por nuestras tarjetas de crédito. 
Habiendo recibido un país en llamas, la economía la dejamos en manos de quien durante la dictadura había estatizado la deuda privada y ahora en democracia privatizaba al Estado. Esto se dio porque los radicales proponíamos vender el 49% de cada empresa pública, algo inaceptable que hizo que en 1989 ganáramos los peronistas que defendíamos al Estado que ahora vendíamos. Y con el dinero de lo vendido para acabar nuestras deudas, nos endeudamos. Pero los oficialistas nos fuimos debilitando tras una década de desprolijidades y entonces los opositores aprovechamos una victoria electoral por la cual el 2000 habría de encontrarnos unidos y dominados. 
Habiendo recibido un país en llamas, buscamos algo más moderno que tanto posmodernismo. Cambiamos la pizza con champagne por sushi y volvimos a llamar al mismo exministro. Cuando todo era insostenible, el compañero vice dejó de acompañar al correligionario presi y los camaradas volvimos a intuir una pueblada, que llegó de la mano de los ahorristas que encontramos nuestros ahorros acorralados en los mismos bancos a los que se los confiamos hoy día. Abollamos cacerolas y los correligionarios debimos entregar el gobierno antes de tiempo pues todo se volvió un caos, incluyendo algunos saqueos de los que nos culparon a los camaradas, mientras los compañeros nos preparábamos para gobernar tal como no nos habían permitido las urnas. 
Habiendo recibido un país en llamas, y dado su apellido, abre Puerta una sucesión de breves presidencias y le mete el bastón a Rodríguez Saá. Habiendo recibido un país en llamas, éste no encuentra el apoyo que le gustaría y dura una semana. Mientras todos reclamamos que se vayan todos, todos se suceden. Habiendo recibido un país en llamas, el presidente Camaño convoca a una Asamblea Legislativa que designe sucesor al candidato que había perdido las elecciones dos años antes. Habiendo recibido un país en llamas, Duhalde devaluará el peso, y dado que cuanto más protestábamos todo parecía ir cada vez peor, por una vez en la historia argentina decidimos no golpear las puertas de los cuarteles y nos fuimos calmando. Es cierto que los militares le habíamos quitado el timbre y hasta la puerta a los cuarteles, pero también nos calmó conseguir ciudadanía europea, un continente que nunca conocerá crisis alguna. Así llegaron las elecciones de 2003 y el triunfo electoral de Menem. Por suerte, asumimos los kirchneristas. 
Habiendo recibido un país en llamas, claro está.*

*(Escrito hace dos años como colaboración para el primer número de Revista Los Invisibles).

domingo, 12 de octubre de 2014

Casi 70 años igual...

Por Claudio Bertonatti

Hace menos de una década, un grupo de investigadores forenses liderados por Enrique Prueguer logró hallar la evidencia de un hecho histórico: la matanza de una comunidad pilagá en Formosa. Descubrieron los restos de 27 personas fusiladas por miembros de la Gendarmería Nacional en 1947. Entre ellos, una mujer y un niño. Esto en el paraje La Felicidad, a poco más de 300 kilómetros de la capital formoseña.


Esta es la evidencia en uno de los cinco parajes (junto con Campo del Cielo, Pozo del Tigre y otros) donde se llevó a cabo la llamada “Masacre de Rincón Bomba”. Allí fueron rodeados y fusilados por los gendarmes de entonces que apilaron y quemaron los cadáveres. Se estima que fueron asesinados entre 400 y 500 pilagá, pero hay que sumar los heridos, los 50 intoxicados y más de 200 desaparecidos. Según INCUPO, murieron más de 750 a raíz de un reclamo de trabajo y comida que fue pacífico. 

Esto sucedió bajo el gobierno de Juan Domingo Perón.

Uno de los integrantes del escuadrón de Gendarmería (Teófilo Ramón Cruz) dejó su testimonio: “...el cacique Pablito pidió hablar con el jefe (del escuadrón), por lo que concerté una entrevista a campo abierto. Los indios, ubicados detrás de un madrejón, nos enfrentaban a su vez, hallándonos con dos ametralladoras pesadas, apuntando hacia arriba. En los aborígenes (más de 1.000) se notaba la existencia de gran cantidad de mujeres y niños, quienes portando grandes retratos de Perón y Evita avanzaban desplegados en dirección nuestra. En tales instantes se escucharon descargas cerradas de disparos de fusil, ametralladora, carabinas y pistolas…” 

Hace mucho tiempo ya, la Federación Pilagá formuló una denuncia contra el Estado nacional por “crímenes de lesa humanidad”. 

En el Portal Educ.ar se puede leer uno de los muchos relatos sobre estos hechos:

“En marzo de 1947, miles de hombres, mujeres y niños comenzaron la marcha desde Las Lomitas, en Formosa, hasta Tartagal, en Salta. Eran braceros pilagás, tobas, mocovíes y wichí. Les habían prometido trabajo en el Ingenio San Martín de El Tabacal, propiedad del magnate Robustiano Patrón Costas. Les iban a pagar 6 pesos por día. Eso justificaba esa caminada de días y noches, más de cien kilómetros con hambre, cargando penurias y humillaciones. En abril llegaron a El Tabacal, se instalaron en las inmediaciones y empezaron a trabajar en la caña de azúcar. A trabajar todos, mujeres y chicos también. Pero cuando fueron a cobrar llegó la estafa: les quisieron pagar solo 2,50 pesos por día. Los caciques protestaron. Pidieron un encuentro con don Robustiano o cualquiera otra autoridad del ingenio. Nadie los escuchó. Pocos días después, Patrón Costas dio la orden de echarlos sin ninguna consideración.

Miles de indígenas –se estima que eran 8.000– con escasísimos alimentos que les dieron pobladores de El Tabacal, emprendieron la retirada a Las Lomitas. Otros más de cien kilómetros a pie con niños, ancianos y el hambre que se fue acumulando en cuerpos huesudos y panzas desnutridas. Se instalaron en un descampado llamado Rincón Bomba, cercano al pueblo. Encontraron allí no sólo un madrejón que les proporcionaba agua, un recurso fundamental teniendo en cuenta el lugar hostil y las elevadas temperaturas, sino también compañía: ahí asentaban grupos de su misma etnia.

Estaban agotados y enfermos. Recuerdan algunas pocas crónicas de la época y lo confirman las presentaciones de los abogados García y Díaz, las madres indígenas recorrían las calles de Las Lomitas y de los parajes vecinos para pedir un poco de pan. La estafa que había protagonizado Patrón Costas contra los braceros se fue corriendo de boca en boca. Por aquel entonces Formosa no era provincia, los gobernantes eran designados por el poder central, es decir, por el presidente Juan D. Perón.

Los pilagás decidieron formar una delegación para ir a pedir ayuda. Al frente se pusieron tres caciques, Nola Lagadick, Paulo Navarro (Pablito) y Luciano Córdoba. Hablaron con la Comisión de Fomento. Y también con el jefe del Escuadrón 18 de Gendarmería Nacional, comandante Emilio Fernández Castellano. El presidente de la Comisión de Fomento se comunicó con el gobernador de Formosa, Rolando de Hertelendy, y este con el gobierno nacional. Al enterarse, el presidente Juan Domingo Perón mandó inmediatamente tres vagones de alimentos, ropas y medicinas.
Los tres vagones llegaron a la ciudad de Formosa a mediados de septiembre. Pero el delegado de la Dirección Nacional del Aborigen, Miguel Ortiz, dejó los vagones abandonados en la estación tras ser despojados de más de la mitad de sus cargas. Salieron diez días después y llegaron a Las Lomitas a principios de octubre. Los alimentos estaban en estado de putrefacción. Pero aun así los repartieron en el campamento indígena. Las consecuencias fueron de espanto: al día siguiente amanecieron con fuertes dolores intestinales, vómitos, diarreas, desmayos, temblores, por lo menos cincuenta indígenas murieron, en su mayoría niños y ancianos.

Al principio fueron enterrados en el cementerio de Las Lomitas, luego les cerraron las puertas y los cadáveres tuvieron que ser llevados al monte. Cuentan que noche tras noche retumbaban los instrumentos en las ceremonias mortuorias. La indignación fue lógica. Las crónicas locales propalaron la versión de que la bronca se convertiría en estallido contra los habitantes y se infundió miedo.

Los indios denunciaron que habían sido envenenados. El presidente de la Comisión de Fomento de Las Lomitas, a su vez, fue a hablar varias veces con el comandante de los gendarmes. Le decía que el pueblo tenía miedo de que los hambrientos los atacaran… Obvio, después de las muertes por alimentación podrida, este rumor creció. La Gendarmería rodeó el campamento indígena con cien gendarmes armados y prohibió a los pilagás entrar al pueblo.

Frente a tanta agresión y desprecio, el cacique Pablito pidió hablar con el comandante. El oficial aceptó encontrarse en el atardecer, pero a campo abierto. Allí estuvieron. Era el 10 de octubre. El cacique avanzó seguido por más de mil mujeres, niños, hombres y ancianos pilagás con retratos de Perón y Evita. Enfrente, desde el monte vecino, cien gendarmes los apuntaban con sus armas. Los indios habían caído en la trampa. El segundo comandante del Escuadrón, Aliaga Pueyrredón, dio la orden y las ametralladoras hicieron lo suyo. Cientos de pilagás cayeron bajo las ráfagas. Otros lograron escapar por los yuyales, pero la Gendarmería se lanzó a perseguirlos: “Que no queden testigos”, era la consigna de los matadores.

La persecución duró días hasta que fueron rodeados y fusilados en Campo del Cielo, en Pozo del Tigre y en otros lugares. Luego -señala la presentación de los abogados-, los gendarmes apilaron y quemaron los cadáveres. Según la presentación ante la Justicia, fueron asesinados de 400 a 500 pilagás. A esto hay que sumarle los heridos, los más de 200 desaparecidos, los niños no encontrados y los intoxicados por aquellos alimentos en mal estado. En total, se calcula que murieron más de 750 pilagás, wichí, tobas y mocovíes.

Los diarios de aquel tiempo dieron informaciones muy confusas sobre lo que había sucedido, pero ninguno señaló al gran responsable, al hombre fuerte de la oligarquía, dueño del ingenio San Martín, don Robustiano Patrón Costas. Es más, algunos medios informaban de una sublevación. El diario “Norte” del 11 de octubre escribió –una rutina tan presente en todas las dictaduras genocidas– que hubo enfrentamientos armados.

Extraoficialmente informamos a nuestros lectores –señalaba– que en la zona de las Lomitas se habría producido un levantamiento de indios. Los indios revoltosos pertenecen a los llamados pilagás, quienes, según las confusas noticias que tenemos, vienen bien provistos de armas (...). Ya se habrían producido algunos encuentros, no se sabe si con los pobladores de la zona o con tropas de la Gendarmería Nacional”. A nivel del gobierno se trató de ocultar todo.

Hoy quedan aún pilagás que vivieron la masacre de Rincón Bomba y están dispuestos a dar su testimonio. Uno de ellos es el actual cacique Alberto Navarrete, un anciano que habla un castellano articulado como si fuera el idioma pilagá, y que le dijo a la enviada de la revista “Momarandu” que recordaba que era pequeño cuando ocurrieron los hechos. El era uno más de los que regresaban de Salta despedidos del ingenio San Martín. “Yo me estoy acordando del 47. Gente amontonada en madrejón. Gendarmería disparó. Nosotros pudimos correr al monte. Yo visto eso. Yo declaré eso. Era 6 de la tarde. No teníamos armas nosotros. Correr nomás. Ellos tenían ametralladoras… No sabemos qué pasó con todos, con las tolderías. Antes ya habían muerto envenenados. Yo visto eso. Muchos visto tirados, no sé si los enterraron. Nosotros queremos saber”.

Las excavaciones fueron autorizadas en diciembre de 2005 por el juez federal formoseño Marcos Bruno Quinteros, en el predio cercano a Las Lomitas que desde 1987 pertenece a Gendarmería. Otro sobreviviente de la masacre colaboró con la identificación de la zona, ahora convertida en un bosquecito. Sin embargo, las exhumaciones debieron suspenderse el 30 de diciembre del 2005, a pocos días de iniciarse, por la feria judicial. Los patrocinadores de la causa resolvieron pedir ayuda económica a Nación porque consideran que están ante una tarea de investigación que demandará meses de trabajo en el lugar.”

Recordé esto -que no es grato- para ayudar a la memoria y me pregunto si... ¿será justicia?
Gendarmes con colono blanco y varios pilagá hechos prisioneros, 1947.
FUENTES: 
Educ.ar / Indymedia / Plan B / Las masacres del olvido / Red de Estudios sobre el Peronismo / Perón y la 3ª posición / De alguna manera / La Mañana on line / El Comercial de Formosa / Clarín.


VIDEOS:
- A quien le interese más, hay material en 
una emisión de Canal Encuentro.
- También se hizo un documental de casi dos horas sobre esto: “Octubre Pilagá”. 

lunes, 25 de agosto de 2014

De pájaros, pajarones y libertades

Cuando era chico solía ver la jaula sin pájaros de mi padre. El silencio que la habitaba era contrarrestado por la fuerza del mensaje que tenía escrito. Hoy de recuerdo queda sólo una foto, y lo que haya sembrado su alpiste en mi alma. 
No puedo llamar amor a la posesión del otro. Buscar que nos cante, sin escuchar lo que quiere cantar, me parece mero egoísmo básico, aún si no es más que ignorancia amatoria, la cobertura más pobre de una necesidad elemental de contacto con la madre naturaleza, cuya visita no llega suficientemente hasta nuestra celda de ladrillos. 
Amar es aprender, no aprehender. No puede amarse lo que no se conoce. El primer paso para abrirnos a las melodías que pueblan los aires es el escape de nuestra propia jaula. Escuchar y observar. En otras palabras, estudiar, pero como un placer que colateralmente va a nutrirnos. Es un lento avance que nos llevará del individuo a su especie, de uno al resto, del animal a su ambiente natural. Simultáneamente veremos que amar es dar y que dar no es un sacrificio. Tal vez ni cuenta nos demos de que al observar un vuelo estemos amando, sobre todo si estamos distraídos disfrutando. Es lo que suele pasar a los amantes.
Sin conocimiento, no basta la buena intención. Nuestra inocencia no nos impide ser culpables de nuestras insensateces. El lugar del león no es la jaula, cierto, pero tampoco una avenida. Quien ama a los leones protege el ambiente específico donde se reproducen. Claro que abrir una jaula en la ciudad lleva menos tiempo y me haría sentir el héroe protagónico de una causa noble, pero si enjaular es un capricho del ego, también semejante acto sería una trampa de la vanidad. 
Hace unos días en nuestro país, un gringo se tomó la atribución de hacer algo por las aves sin saber nada de ellas. En verdad no "por las aves", sino por unas en particular, pues el corto de vista suele estar tan preocupado por el árbol como desinteresado por el bosque. Ingresó a un Zoológico (cuyos ejemplares para colmo iban a ser reubicados donde correspondiera según cada caso, al parecer) y soltó a cuanto plumífero pudo. Introdujo así, por su capricho, una cantidad de especies exóticas en una ecoregión a la que no pertenecen, y a la cual alterarán para detrimento de sus propias especies nativas y del ambiente en sí. Apartadas ahora definitivamente de su verdadero hogar, encerradas ya por siempre fuera de su casa, los daños que este arrebato ocasione lamentablemente podrán verse una vez que ya estén hechos (tal como en España fue alterado el ecosistema por nuestras cotorras o en EEUU por los estorninos del viejo mundo). 
Mientras tanto, quienes realmente dedican su vida al rescate y conservación de aves, venían preparando una suelta de ejemplares en el lugar al que sí pertenecen. Claro que al romántico cerrado le costará digerir que esta tarea sea apoyada por un Zoológico (en este caso el de Buenos Aires) pues precisa verlo como ícono de encierro y no como una institución donde se recuperan ejemplares rescatados del tráfico de fauna o se reproducen especies para su reintroducción en su ambiente natural. El caso es que un amigo miembro del Club de Observadores de Aves de Palermo, hacía unos meses había encontrado un carancho (Polyborus plancus) incapacitado para volar, y lo llevó a los veterinarios del Programa de Conservación y Rescate de Aves Rapaces, quienes le dieron los cuidados necesarios hasta considerarlo en condiciones de volver al ruedo (o al vuelo), y así fue como el carancho pudo ser liberado en el parque 3 de Febrero por quien supo rescatarlo.

A los pocos días, la gente del mismo programa liberó en la Reserva Ecológica Costanera Sur un gavilán mixto (Parabuteo unicinctus), un halconcito colorado (Falco sparverius) y una lechuza de campanario (Tyto alba), a los que estuvieron rehabilitando durante meses en el Zoo de Buenos Aires y en la misma RECS, tras recibirlos heridos por causas humanas. Todas son especies propias de esta región, desde mucho antes de nuestra llegada, así como esta región es propia de estas aves.
Ya toqué estas cuestiones en otro post, pero la coincidencia de estas "sueltas" en menos de diez días (la delictiva individual y las colectivas responsables) me hace escribir esta secuela casi pronosticada. Hay muchos modos de ayudar a las aves. No comprar pájaros es una. Proteger especies en peligro es otra. También evitar que nos quiten espacios como la Reserva. Y colaborar con instituciones como Aves Argentinas o Vida Silvestre es ideal, aunque implique soltar un billete y prefiramos sentirnos generosos sin poner plata (como quienes sólo promueven no gastar en entradas al Zoo, aún sabiendo que ese dinero sirve para alimentar a los animales que decimos querer o a sostener programas que devuelven especies a sitios de donde fueron desplazadas, como hace el Proyecto Conservación Cóndor Andino). Pero la mejor manera de ayudar y ayudarnos, empieza por estudiar. Así podremos saber mucho más, incluso cuáles zoológicos no cumplen su función educativa y conservacionista, o cómo pueden hacerlo, o que además de un oso Arturo hay una especie entera de osos polares cuyo ambiente está en mayor peligro, y que de allí también se los desplaza. Y que particularmente a nosotros nos corresponde cuidar las especies nativas de este suelo.
En definitiva y para empezar, la actitud de alumnos nos curará el mesianismo. Conocer, nos ayudará a amar mejor. Y el aprendizaje nos hará libres.

domingo, 18 de mayo de 2014

Juego para un país de mente

¡GRAN DESAFÍO GRAN!
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Las siguientes portadas corresponden a 2 diarios porteños
 del mismo jueves 15 de mayo de 2014.
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¡ADIVINE QUÉ DIARIO ES
OFICIALISTA y cuál OPOSITOR!
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(Sabemos lo difícil que será resolverlo,
por lo que más abajo damos unas pistas).
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1ª PISTA: Uno pone un niño feliz como nota principal para comunicar el ¡40% de aumento! en las asignaciones familiares. El otro, si bien informa ese aumento de apenas 184 pesos, aclara que es por falta de empleo.
2ª PISTA: Uno informa del acto sindical titulando que "la oposición gremial revalidó su poder", y otro titula "Moyano en la plaza con las gomas bajas".
2ª PISTA Y MEDIA: (La ayudita anterior tenía una trampita, dado que las tapas son del año 2014, cuando Moyano dejó de ser un amigo confiable del gobierno y pasó a ser un buen muchacho para la oposición).
π STA: Bueno, ya deberían haber adivinado, pero vaya este bonus track para quienes aún no están seguros: Un diario insinúa que el gobierno está alterado por conflictos, mientras el otro quiere dar la buena noticia de que la inflación se detuvo... recurriendo a eufemismos para evitar la golpista palabra "inflación".
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BASTA, NO PUEDO AYUDARLOS MÁS.
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1º PREMIO: Un sutil aporte a su cura del maniqueísmo.
2º PREMIO: Una chance de dejar de leer un sólo medio.
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Promoción válida para todo el territorio nacional, excepto Argentina y resto del mundo.
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Acepto haber leído las bases y puntos de partida
para la organización política de la República Argentina.

martes, 15 de abril de 2014

Luna de Buenos Aires

La luna como la vi anoche, durante el eclipse, cuando pasé por una plaza del barrio de Palermo. 
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D



Y acá se juntaron la astronomía y la astrología, la teología y la ufología.

sábado, 12 de abril de 2014

Piropear mata

Corría el año 1955 cuando Emmet Louis Till se fue a veranear desde la norteña Chicago al sureño pueblo donde vivía su tío, junto al Mississippi. Hacía apenas un mes que había cumplido catorce años, cuando el negrito cometió el gravísimo error de silbar al paso de una mujer blanca. Enterado el marido de la veinteañera víctima del temible acosador, se dirigió -valientemente acompañado por otros dos hombres- a secuestrar al muchacho y darle su merecido: una tremenda golpiza que lo dejó irreconocible, seguida de un disparo en la cabeza. Otros chicos fueron quienes descubrieron, días después, el cadáver de Emmet flotando en el río.
La desfiguración era tal que el reconocimiento del cuerpo fue gracias a un anillo: la madre del muchacho insistió en velarlo a cajón abierto para que el mundo vea el salvajismo al que fue sometido su hijo, y la desagradable foto fue publicada en el New York Times. El caso tomó estado público y, si bien a los periodistas de color se los ubicó en el sector más alejado del jurado, la prensa asistió al juicio contra los acusados, cuya defensa fue solventada por una colecta pública de la gente bien pensante. 
El jurado, integrado en su totalidad por gente blanca, declaró la inocencia de los acusados, considerando que Emmet seguramente estaba vivo y que la madre habría puesto ese anillo a otro cuerpo para cobrar 400 dólares del seguro. Recién en 2005 el ADN confirmó que el cuerpo era del joven Till, pero la reacción lógica no tardó en suceder el mismo año de la injusticia judicial. Rosa Parks -pensando en Emmet- se negó a ceder su asiento a un blanco en el transporte público, como estaba obligado que hiciera la gente negra. Y así se sucedieron las luchas hasta que en 1957 se pudo dictar el Acta de Derechos Civiles.

Impunes, los asesinos para entonces ya habían reconocido la autoría del crimen, del cual en 1992 seguían sin arrepentirse.Y aunque le hayan dedicado canciones al caso desde Bob Dylan hasta Vinicius de Moraes, algunos temas siguen siendo actuales. Sea el comprensible asco por los piropos de pobre que no pasan de eso (más vomitivos que el piropeo físico de un Miguel Del Sel, que por algo este año fue designado al frente de la Comisión de Culotura en nuestro honorable Congreso Nacional), o sean los linchamientos que la buena gente tiene preparados contra la gente fea. Dos asuntos en los que tengo una opinión formada (ni piropeo ni lincho) pero demasiado extensa y sobre todo "gris" para los amigos del blanco o negro.

jueves, 27 de marzo de 2014

El último mensaje del difunto (periodismo)

Cualquiera diría que un breve mensaje escrito es fácil de ser copiado literalmente. No es el caso del último WhatsApp del difunto Fabián Rodríguez, cuyo texto entrecomillan los medios cual cita póstuma, pero todos con forma distinta.
Así, lo único seguro es que en algún momento escribió la sílaba "me", y no sabemos si adelante o detrás del otro texto indiscutible: "al 911". Según la mayoría, la cagada (o moco bárbaro, o simple moco, o error, o macana) ya había sido mandada al momento de escribir, por lo cual es de suponer que mientras colgaba de la soga se entretenía usando el celular. Cuesta creerlo. Mientras tanto, los medios cubren el caso del hasta entonces bastante anónimo famoso, para cumplir su deber de atender la "demanda de información" de la población, eufemismo con que se refieren al morbo de su clientela más valiosa.
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No tengo mucho que agregar sobre esta noticia puntual, dado que no me interesa. Lo que me importa es a dónde está llegando el periodismo de un tiempo a esta parte, cuánta confianza pueden esperar que les depositemos, y qué podríamos creer de temas que requieren mayor desarrollo, si ni siquiera saben copiar un breve texto (ni reconocer que no tuvieron acceso a él). Y entonces extendemos la duda más allá, a la historia misma, a sus supuestos desentrañadores de mitos (o creadores de nuevos), si al fin de cuentas permanecerá la mentira más repetida mientras el olvido deshace las pruebas descartadas de una verdad que no se busca. 
Así, nadie puede asegurar si el último SMS del morocho Cabral a San Martín decía: "Muero contento, hemos batido al enemigo", o si dijo "Avyá amanó ramo yepé, ña jhundi jhegere umí tytaguá": 
Déjenme compañeros. ¿Qué importa la vida de Cabral? Vayan ustedes a pelear, que somos pocos...

martes, 4 de marzo de 2014

Apostillas del carnaval

Conocí y disfruté en vivo más de un carnaval, como el de Gualeguay (Entre Ríos), Oruro (Bolivia), Olinda (Brasil), etc. De chico viví el de Buenos Aires, pero presencié también su decadencia, cuando lo que debía ser una alegría de todos se convirtió en una guerra contra el otro, que recibía espuma en los ojos o bombuchas congeladas que herían como cascotes. Quizás no sea casual que el individualismo fue mayor en nuestra sociedad cuando aquellos mocosos se convirtieron en los adultos responsables. Y mientras el carnaval no perdía dignidad en provincias como Corrientes o países cercanos como Uruguay, acá moría para resucitar más adelante, con la radical Felgueras durante el gobierno de Ibarra. Ninguno de ambos volvió a ser muy votado, pero siquiera Macri se atrevería después a devolver la tranquilidad de la siesta a las plazas de barrio, donde desde entonces retumba un bombo tan popular... como minoritario. El tiempo pasó y el carnaval porteño -que en nuestra historia política sufrió más de un embate censor- hoy no es lo que era medio siglo atrás.
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Sé que no es políticamente correcto confesar que el del siglo XXI me deprime un poco. El progresismo mal entendido hizo creer a algunos que, si en algo participa "gente pobre", debe gustarnos, al menos públicamente. No se da en mi caso, ni tampoco me afiliaré por eso al conservadurismo. Conocer la diferencia entre una diablada jujeña y un corso en Montevideo me permite desarrollar algunas preferencias. De hecho, muy poco es lo que descarto. Y no es una mera discriminación geográfica contra la Capital, pues el "Progreso" también afectó a mi entender la fiesta en otros sitios. Por ejemplo, flaco favor le hizo el éxito al de Gualeguaychú. Pero poco importa mi opinión, ante el dinero que le ingresa.
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Por más que me esfuerce, me cuesta alegrarme ante el panorama matutino de una masa fisurada de turistas juveniles derramados en las calles. Claro que si formo parte no lo veo, y si no lo veo no hay problema. Pero si bien no propongo medidas como la de los anarquistas catalanes que en 1936 destruyeron todo el alcohol de Barcelona, prefiero simplemente correrme hacia carnavales aún familiares, provincia adentro, y evitarme ciertos paisajes aguafiestas para este viejo republicano también aguafiestas.

Pero bien ¿estará en mi ojo la amargura? Comparto una tan ligera como profunda reflexión de @bauerbrun: "Para un caribeño, tocar el tambor es invitar al baile; para un porteño, es protestar. Así suenan nuestras murgas y comparsas." ¿Será así? Según la Real Academia Española, una comparsa es un "grupo de personas que, vestidas de la misma manera, participan en carnaval" (etc). En cambio la palabra murga tiene dos significados: alpechín ("líquido oscuro y fétido que sale de las aceitunas..."); o bien "compañía de músicos malos" (sic) que en algunas fiestas "toca a las puertas de las casas acomodadas, con la esperanza de recibir algún obsequio". Paralelamente, "dar la murga" es una manera de molestar. ¿Será que Brasil tiene Escolas do samba (y como tales dictan cátedra en la materia), en nuestro Interior abundan las comparsas, y en las metrópolis cunden las murgas?
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En fin: sobre gustos no hay nada escrito aunque postee los míos, y obviamente vale amar lo que yo no comprendo. Espero no enojarlos si me sigue gustando el carnaval charrúa, quichua o guaraní, más que el de la ciudad donde vivo y su carroza cornurbana, que es a mi caprichoso parecer uno de los peores cover de la alegría. En algo coincidiremos: prefiero verlo en la calle que transmitido. O no, si se gusta más del constante primer plano de un trasero en movimiento, hasta que pase el miércoles de ceniza y resucite el Día de la Mujer para ponernos serios y criticar la cosificación femenina con pretendida coherencia. Tal vez ni yo la tenga cuando siento que los excesos arruinan la fiesta misma del exceso. Pasa que hay algarabías que me saben a tristeza sin conciencia de clase.
Es carnaval, son gustos, y cada cual hace de su culo un pito, una matraca y papel picado. Ahora, con sumo placer de mi parte... agarrate Catalina.
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