11-9: Una tragedia americana

Era la mañana de un martes cuando en el cielo de la gran ciudad se vieron los aviones en inusual recorrido. Iban conducidos por criminales, y su blanco estaba en una edificación emblemática de aquél país de la bandera tricolor, blanca, azul y roja. Sabían que habría numerosos muertos, y que -desde ese 11 de setiembre- su historia tendría un "antes" y un "después". Así fue. El gobierno estadounidense no habría de permanecer ajeno a los acontecimientos. El breve primer informe desde el lugar de los hechos, decía: "Misión cumplida. Moneda tomada. Presidente muerto"...

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Sudamérica tuvo un par de casos con presidencias nacionales a cargo de médicos, pero ninguno gobernó más allá de los mil días aproximadamente: las Fuerzas Armadas, con apoyo de EEUU., los derrocaron. El viejo Illia (sobre quien acaba de estrenarse una obra-tributo en Buenos Aires), fue removido tras promover una Ley de Patentes que afectaba el monopolio de los laboratorios del primer mundo sobre la salud (de los que seguimos hablando ahora, Tamiflu y mafia de los medicamentos mediante). Era el año 1966, y aunque Argentina sufría un golpe de estado, en Chile aún funcionaba el Senado, presidido por el doctor Allende, quien en 1970 sería el primer presidente marxista asumido democráticamente.

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En EEUU, Nixon había sido elegido del mismo modo, pero se oponía a que Allende asumiera. La CIA, al no lograr que el Congreso trasandino lo evitase, se decidió por el "plan B": crear un clima de inestabilidad. El general Schneider, leal al gobierno electo, fue asesinado. Luego sería atosigado el general Prats, también democrático. El golpe pudo darse en 1973, cuando el Comandante en Jefe era Pinochet. Nixon dejaría entonces de boicotear la economía chilena, para lo cual había promovido un rechazo a sus créditos externos y un embargo a su cobre, cuya explotación -otrora en manos de multinacionales que no dejaban casi nada en el país- había sido nacionalizada por Salvador Allende. Hoy, el saqueo de Pascua Lama muestra que las ideologías son definidas por los hechos, más que por el póster que peguen los gobernantes.

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En EEUU ya no está Nixon sino Obama, alguien bastante diferente. Pero en América Latina no se ven cambios: la Honduras antigolpista le pide una mayor intervención (justo lo que siempre dijimos no querer), mientras la Colombia oficial le da vía libre para radicar bases militares. Y suficiente problemas tiene el joven presidente afroamericano en su propio país, donde es atacado si mata una mosca, si parece mirar una cola, si le pide voluntad a los estudiantes, o -sobre todo- si intenta brindar cobertura médica a los 46 millones de compatriotas suyos que no la tienen...

Parece un karma continental: Salvando las distancias, así le fue al doctor Illia, y el día que lo derrocaron apenas si había un grupito minúsculo defendiéndolo. Entre ellos, un joven radical de 19 años (apellidado Urteaga) estaba tan indignado que llamaba a la resistencia armada. Al doctor Allende lo acusaban de supuestas inconstitucionalidades para justificar los posteriores 17 años de dictadura pinochetista. Y en este 2009, con el mismo argumento, es derrocado el legítimo presidente de Honduras, Manuel Zelaya, quien habría buscado ser plebiscitado en las urnas. Pero a la derecha americana no le escandaliza si Uribe, en Colombia, busca también una nueva reelección...

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En 1973, dos días antes del golpe, Pinochet ya sabía que Allende pensaba plebiscitar su gestión, e irse si eso elegía el pueblo. Pero el 11 de setiembre, la cabeza del presidente constitucional volaba de un disparo en el Palacio de la Moneda..

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Posdata: Mientras ahora en Chile los fascistas prometían restaurar el orden alterado por la izquierda, en Argentina Benito Urteaga ya estaba en la dirigencia del PRT, convencido del fracaso de vías pacíficas como la de Allende. Pero cuando los militares vuelvan a tomar el poder en 1976, con 30 de edad y a 10 de aquel golpe, también él morirá, fusilado frente a su hijo de 2 años.