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viernes, 11 de junio de 2010

Maradona: la mano del hombre

Pese a la sangre patricia (descendía de quien decretó en 1811 que los indios dejen de pagar tributo a España) su padre optó por ser maestro rural, y por eso el niño creció jugando en el monte, junto al río Coronda de Santa Fe. Recibido de médico, tuvo que irse a Paraguay tras osar hablar sobre seguridad laboral en el Chaco, en pleno gobierno militar. Pronto estalló la guerra entre ese país y Bolivia y Maradona se anotó como médico camillero, pero debido a que salvaba vidas de ambos bandos fue sospechado de espionaje y encarcelado en Asunción. Sin embargo, de la celda pasaría a ser jefe del Hospital Naval de esa ciudad: alguien comprendió de qué estaba hecho este hombre que no veía que el dolor respete fronteras. En esos años, en que también se ocupó de un leprosario, quiso el destino que pierda a su única novia, víctima de la fiebre tifoidea.
Esteban Laureano Maradona decidió entonces venir a Buenos Aires para poner un consultorio en Lobos, donde vivía su madre, previa visita a su hermano en Tucumán. Cuando el tren -que en esos tiempos llegaba a todos lados- hizo una parada en la estación Guaycurrí, en pleno monte chaqueño, ocurrió que una nativa estaba pariendo dificultosamente y su vida corría peligro. Salvándola supo de las carencias de este pobre rancherío sin luz, agua corriente, gas ni médico. El silbato del tren pronto anunciaría el reinicio de su marcha. Al partir la formación, ya lo haría con un pasajero menos.
Medio siglo después, aún está allí el doctor Maradona. Y aún faltan los mismos servicios, incluso en la humilde casa desde la cual atiende gratuitamente a nuestros paisanos los indios, los mismos que al principio rodeaban aquel rancherío amenazando de muerte al médico, malacostumbrados a ser engañados por los blancos. Maradona sin embargo les opuso solamente su altruísmo y conocimiento para librarlos del cólera, la sífilis, la lepra o el chagas. Y así, tobas, matacos, mocovíes y pilagás lo llamarían Piognak: "doctor dios".
Maradona les enseñó a confeccionar ladrillos para hacer casas y a trabajar la tierra. Les buscó agua potable, trazó caminos, denunció la explotación a la que los sometía el capital azucarero, fundó una colonia, una escuela bilingüe para los aborígenes (la primera del país), ayudó al progreso de aquel pueblo hoy llamado Estanislao del Campo, y todo sin aceptar nunca un cargo político. A los 91 años su salud se quebró y un sobrino de Rosario lo trajo a su ciudad para atenderlo. El país en ese entonces estaba atento a otro Maradona, uno que goleaba en México. En Rosario, Esteban, médico de los pobres, antropólogo de campo, naturalista estudioso de la flora y la fauna, escritor, investigador y ante todo buena gente, morirá cuando esté cerca de cumplir el siglo.
Podrían haber sido su orgullo los reconocimientos simbólicos de Occidente, como los premios que le ofrecieran la ONU y otras instituciones cuando ya todo estaba hecho. Pero eran otras sus alegrías, como se desprende de sus palabras: "Un día me sentí morir y me empecé a despedir de los indios, con una mezcla de orgullo y felicidad, porque ya se vestían, se ponían zapatos, eran instruídos. (...) Creo que no hice ninguna otra cosa más que cumplir con mi deber". Mientras pudo, los libró de la desnutrición y el dolor. Maradona, la mano del doctor Dios.
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"Se ha dicho que vivir en austeridad, humilde
y solidariamente, es renunciar a uno mismo.
En realidad, ello es realizarse íntegramente."

(Dr. Esteban L. Maradona)

13 comentarios:

Luciano dijo...

Excelente, muchas gracias por recordar a este Hombre.

Mi viejo dice que seguramente el apellido del 2do Maradona, el futbolista, lo hayan tomado sus antepasados del doctor Maradona, en señal de agradecimiento.

El Gaucho Santillán dijo...

Que gran historia, la del Dr Maradona!!

Un ejemplo de aquellos.


Pero sin suficiente prensa. Se ve que no vendìa.

Un abrazo.

El Mostro dijo...

Excelente historia, gracias por darla a conocer.

MariaCe dijo...

Excelente.
Y así sin más ni más se lo choripaniaré. No pido permiso, afano nomás. Así soy.

Próximamente en el blog de Mariace (no hoy, porque los estoy arrejuntando recién) una selección de posts escogidos.

licha dijo...

q se le va a hacer... las buenas noticias/obras/personas no venden...

fdelcampo dijo...

GRACIAS

Minombresabeahierba dijo...

Al menso Dios lo hizo vivir 100 años.

Me enteré hace un rato que:
El 4 de julio, día de su nacimiento, ha sido declarado por ley Día Nacional del Médico Rural.


Lindo poema le dedicaron allá:

Sea quichua, toba u ona,
La tribu no importa mucho;
La caridad llegó al indio
Por manos de Maradona.

abrazo

Vachi dijo...

Genial Unser, gracias.
Muy linda frase final.

Zippo dijo...

Aplausos para tu historia y tu modo de contarla.
Mi nombre...¿Cómo se le ocurre llamarlo menso? pobre dr.

Unknown dijo...

Les dejo el link de un grupo abierto en homenaje al Dr. Maradona:

http://www.facebook.com/group.php?gid=65129324020

unServidor dijo...

PERDÓN POR LA DEMORA EN LAS RESPUESTAS...

Luciano: No sé, pero mire que ese apellido ya estaba en el país en el virreinato.

Gaucho: Circo mata pan.

Mostro: Las estrellas reales de la Historia suelen ser los anónimos.

MariaCe: Ud va a ser la única persona que vaya presa por amenazar cada tanto con un choreo... y nunca hacerlo.

Licha: No venden, porque no son "de Mercado".

FdelCampo: A vos. Gracias.

Minombre: Efectivamente, ese es el día del médico rural. Otro de los reconocimientos oficiales que se quedan en el simbolismo.

Vachi: Y el sabio lo decía con conocimiento de causa.

Zippo: Bienaventurados los mensos. Digo, los gansos. Digo...

Elalbo: Gracias.

ESTE POST AHORA ESTÁ TAMBIÉN EN EL SITIO DE LOS QUE SE VAN.

Fernando Tognis dijo...

Gracias, Unser.
Es más héroe aún que el otro Maradona.
También te lo robo como enlace del facebook, para llamar a reflexión a quienes a veces andamos distraídos por la vida.

unServidor dijo...

El agradecimiento es mutuo entonces.