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jueves, 25 de octubre de 2012

Sos mi karma

Anoche, en la novela "Sos mi hombre", una escena tenía un personaje que vendía aves cazadas por él, y la protagonista las compraba y liberaba. Muy romántico e idealista todo, sin embargo, las aves compradas para hacer estas tomas fueron diamantes (de origen australiano) y calafates (del sudeste asiático), que al ser liberadas en Don Torcuato -donde se grabó el capítulo y su suelta- pueden generar un trastorno mayor en la naturaleza del que creen evitar. Lo mismo ocurre con el mensaje que quiso dar este programa: sus consecuencias son negativas pese a la buena intención.

Al traficante se lo denuncia, no se le compra. Su negocio termina cuando no hay demanda. Al vendedor le importa un bledo lo que el comprador haga después con la mercancía: él ya obtuvo su dinero y volverá a salir cuanto antes a seguir cazando, y esto es gracias al comprador, quiera éste ponerlas en el balcón, soltarlas o comerlas. El efecto, pues, de la noble causa, es de lo menos noble: aumenta la caza de especies silvestres y el tráfico de fauna. El mensaje que quiso dar el programa desde su propia idea del idealismo fue opuesto al buscado, y lamentablemente, ya se dio. Y si nadie se da cuenta, se vuelve un alud.

Para colmo, eso no es todo. La suelta de animales de un hábitat en otro ya tiene sobrados ejemplos irreversibles de tremendos daños ambientales. Desde el mimado gato del farero de la isla Shepard, que solito acabó con toda una especie (Xenicus Lyalli), hasta los estorninos que vemos en Buenos Aires atacar nidadas de horneros, carpinteros y demás aves nativas (destruyendo o impidiendo la más de las veces su puesta anual) porque algún iluminado los trajo recientemente del viejo mundo dejándolos escapar. Y aún soltando aves del mismo hábitat, podríamos incluso estar liberando pájaros enfermos en medio de una población sana, o sea que nunca hay que deshechar la consulta con especialistas en la materia.

Quienes no queremos aves enjauladas, desalentamos su demanda. Quienes nos oponemos al tráfico de fauna, lo denunciamos y combatimos. La buena intención con desinformación no sirve. Hay que obrar responsablemente, y los medios masivos más todavía, porque -quieran o no- difunden mensajes. Y demasiadas veces son nocivos.

4 comentarios:

@tomithu dijo...

Muy buen post! Lamentablemente habría que agregar que las aves criadas en cautiverio y luego liberadas, en general, mueren ya que no están preparadas para vivir en forma salvaje. Un abrazo!

unServidor dijo...

Muchas veces es así, o sea que encima, soltándolas las están matando...

Fray Mollo dijo...

Justo ayer veía un documental sobre una gigantesca reunión de monjes budistas (allá en el Tibet) y una de las cosas que hacían los monjes era comprar pajaritos y soltarlos, supongo que por lo del karma.

Ésta es la escena:

http://www.youtube.com/watch?v=z0neDj9D034&feature=player_detailpage#t=2681s

unServidor dijo...

Existe esa tradición en oriente, pero andá a explicarle a un monje que abandone un rito.
Al menos son aves cazadas en la zona, por lo que la alteración al ecosistema no está dada en ese caso por la suelta... pero sí por la caza, durante la cual mueren ejemplares (y no sólo a la vista del cazador: al capturar a los padres x ej deja un nido sin sustento, etc). En definitiva, esa tradición avala económicamente el accionar del comerciante que tiene así una clientela asegurada todos los años.