El grupo Clarín lanzará este domingo -"casualmente" cuando salga a la calle el nuevo diario "Crítica", de Lanata- tanto las obras completas de Dostoievsky en Página/12 como una colección cuyo nombre es el de este post, con diario Clarín. La cosa sería que los intelectuales, tan amarretes ellos, no vayan a pasarse de bando. Pero no quiero especular sobre eso. Tal vez intentan que el vulgo, tan afecto a "minas en bolas" como alérgico al Arte, se acerque a la Pintura con el gancho de chusmear -como nos estaría adelantando la publicidad- qué hacían esos "genios" con esos "cachos de carne" cuando la paleta quedaba a un costadito.
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Me importa un rábano. Yo sé lo que hicieron algunos, mientras pintaban, y admiro el lienzo consecuente, mérito indudable de ambos, modelo y pintor. Y como tal vez la fasciculeación de turno se centre sólo en lo más famoso (Gioconda, etc.) quiero brindarles un vistazo a lo que mi subjetividad considera merecer el mote del título. Hoy nuestra galería se place en presentar dos obras de John Collier (1850-1934).
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En la primera vemos a Lady Godiva, casada en 1840 con el Conde de Chester y a quien un día se le ocurrió suplicarle la tontería de bajar los impuestos que ahogaban a los vecinos de Coventry. "Pero cómo no, querida... Lo voy a hacer... el día que vos te pasees desnuda por la ciudad" habría sido más o menos la respuesta del inefable Leofríc. Así, cubierta sólo con sus cabellos, la heroína montó un caballo y atravesó dignamente las calles... mientras las ventanas solidarias del vecindario se iban cerrando para no aumentar su vergüenza. Según una crónica del siglo XIII, sólo tuvo un voyeur, Tom "el fisgón".
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La segunda obra representa a Lilith, personaje bíblico relacionado con la Tentación, y posible primer creación de YHVH según alguna interpretación que la enarbola -por su rebeldía- en estandarte feminista.
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Dos hermosas mujeres, cuyo multifacético atractivo, Coller supo legar a nuestros ojos, como buen artista plástico que era. Por lo menos, a los míos.
