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lunes, 25 de enero de 2010

Aquel Punto G acogió mi más exitosa entrada ...

Hay puntos difíciles de tocar, pero uno se juega e intenta. Eso fue lo que hice cuando acepté el desafío al que me invitara Irene años atrás, y aún hoy aquella incursión mía en ese territorio llamado Punto G sigue estando entre las más comentadas, involucrando tres dígitos.
O sea: un piso de 100 opiniones en un post que hice para un sitio femenino, intentando decir lo que quieren... ellas mismas. Y para colmo, no diciéndolo nunca. Fue publicado el 23 de noviembre de 2007, y es hasta ahora la entrada con más comentarios que yo haya escrito, y la tercera de todas las de aquél blog (la primera es sobre qué quieren los hombres). Paso a transcribir textualmente el que fuera mi aporte:

QUÉ QUIEREN LAS MUJERES

Eso digo ¿Eh? ¿eh?.
Sé lo que ustedes quieren: que este post dé la posta. Para empezar, sepan esto que dijo el propio Freud: “No pude responder, pese a investigar 30 años el alma femenina, qué buscan las mujeres”... ¿Acaso esperan entonces que se los responda un humilde servidor?
Bulgaria: En rueda de prensa -la que rueda allí es Mimí Leder su nuevo filme- preguntaron a Antonio Banderas, con inefable profundidad, qué persona quisiera ser por un día. El galán dijo que una mujer, “tal vez para comprenderlas mejor”, y más precisamente la directora, para entender lo que está haciendo. El chiste causó el efecto buscado, y los parásitos del Chimentum faranduliensis pudieron abocarse a su arte de ordenar palabras que dejen bocas abiertas en quienes no las propinaron. Bien llenados los renglones, cobran, llenan su propia boca, y he ahí el segundo efecto de la causa.
Pero no me iré de tema o dirán “qué quieren estos hombres”. Una canción de Lucio Dalla (Se fosse una donna) imagina el mismo juego del Tony Flags: “Si yo fuera mujer, podría publicar miles de razones del secreto de Don Juan (...); A mí no me tocaba un tonto con coche, música de fondo y pose de John Wayne: me daría el gusto de violarle a él (...); No me casaría, nada de sostenes, nada de pastillas, que las tome él (...) Y así, nada de igualdad: muerte al violador, premio a la infidelidad; les haría probar eso que ellos llaman nuestra libertad. Si yo fuera mujer... me tendría que querer”.
Así que el punto de un modo u otro, siempre apunta a lo mismo (el punto del tema, digo): el punto (chabón) quiere y no puede entender la psicología interna de la mujer. Trata de imaginarse en sus tacos, y ni así pierde su miopía. Queda impotente -¡qué vergüenza!- como un niño trepador de árboles ante un palo borracho. Si nos agarramos de Dolina, todo cuanto él haga (el punto) será para levantar minas. Querer entenderlas también. Pero nene no pode. El gataflorismo es una posible razón, pero ¿por qué no aprovechan los casos masculinos entonces, para entenderlo?. Porque me interesan las mujeres; hacia ella me empujan millones de espermatozoides de veloz regeneración. Ellas tienen un óvulo y lo cuidan, se fijan más pues en el fertilizante, en sus utilidades secundarias que lo diferencian del montón. El varón, quiere un montón... Es un elefante marino. No en vano las sociedades poligámicas que se dieron en todos los continentes fueron en su mayoría de uno para todas y todas (las propias) para uno. Claro: ellos van a sus guerras de pandillas, siguen a sus Alejandros Magnos por un honor incomprensible, y luego quedan las viudas para el vivo que quedó vivo. Y, más prácticas, no fantasean ser un hombre para entender qué persigue éste al crear bombas que acaben el planeta.
Irene me pregunta qué es lo que ella tiene de tan complejo como para generar la intriga masculina. Para empezar: sensibilidad. No pidas peras al olmo, ni metas a don Olmos a entender tu obra de arte. Dios hizo a Adán el último día, y al ver cómo le salió notó que de ahí en más precisaba un descanso. Por suerte es tan autoexigente como una dama, así que antes de acostarse hizo a la mujer... ¿acaso no se hace un borrador antes de la gran obra?
Como dice lo único que compuso Caetano en su exilio: “No tengo nada. Quiero ver a Irene reír”... A veces nos confundimos, por aquello de que somos todos iguales. Pues es mentira. Somos todos distintos. ¡Y MENOS MAL!...

9 comentarios:

La Ruiva dijo...

Las mujeres queremos seguir sin saber lo que queremos, para tener una excusa para seguir buscando.

El Gaucho Santillán dijo...

No sè que quiero, pero sè que no lo tengo.

algo de eso, debe haber.

Anoia dijo...

Yo creo que lo que buscamos en un tipo va cambiando de acuerdo a lo que fue el anterior, vamos alternando de un polo a otro. Por eso, siempre es bueno saber si el anterior fue un pelotudo o un hijo de puta.

Otra cosa, en el fondo, TODOS SON IGUALES y nosotras SOMOS TODAS IGUALES. Sólo que, sin darnos cuenta, cada uno elige qué ser con cada quién.

La candorosa dijo...

Brindemos por las diferencias y ¿para qué habría que entender a las mujeres?

Yo no me entiendo, y vivo feliz!!!

Excelente post, señor!!

Saludazos!

Minombresabeahierba dijo...

Los hombres siempre queremos otra mujer o la otra mujer o la mujer del otro. Somos simples.

Yo tampoco se que quieren las mujeres, pero mas que la histeria, el gataflorismo es lo que mas se le acerca. Ademas quieren todo, o un hombre que tenga lo bueno de todos los hombres y lo malo de nadie! Quieren la chancha y los veinte chanchitos...

abrazo

Pazcual dijo...

Ni yo me entiendo para que venag uno y pretenda explicarme. Mejor, que vaya y haga oficios productivos y así, todos felices. Creo.

Saludos,

Paz

unServidor dijo...

Rubia: ¿Y lo dice así de sencillamente? No hay caso: sepan o no, son más sabias.
;)

Gaucho: Usté es un Sócrates. Porque en definitiva, como él decía, son cosas que no se tienen las que pasarán a ser deseadas.
:P

Anoia: Pero si -como suele decirse- "son todos los hombres iguales"... ¿por qué se dice también que "ya no hay hombres"? Debe haber una diferencia entre lo que hubo y lo que queda. O sea: podemos ser iguales en el fondo, pero el fondo no basta.
:)

Candorosa: Querer entenderlas es uno de los tantos defectos masculinos. Debería bastarnos intentar "aprender" a amarlas, que es casi igual de dificultoso (según el especimen).
;)

Minombre: ¿Y quién no quiso nunca un harem de 20 "chanchitas"?
XD

Pazcual: Y claro. Entender al otro sólo le sirve al entendedor, no a quien sea entendido. No sé si se entiende...
:P

Lincy Lu dijo...

Que recuerdo!

Extraño esos días blogueros...

unServidor dijo...

¡Y yo! ¿Qué ha pasado con la gente? Nunca más supe de Grace®, Carmela Zandanga, etc etc.