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lunes, 21 de junio de 2010

El Dodo

Una reciente película hizo lejanísima referencia a este ave (Raphus cucullatus), y no me refiero al filme Carancho... sino a Alice in Wonderland. Disney ya le había dado un papel en su anterior versión animada del libro homónimo, donde su participación no tiene otra explicación más que la de ser una criatura extraña, digna de un país de maravillas. Un ser inexistente, como los otros personajes extintos entre los que se lo rejunta en Ice Age. Pero antes de que el hombre lo llevara a la literatura o al cine, debió desaparecerlo del mundo natural.
Los holandeses en 1598 lo conocieron al tomar posesión de las islas Mauricio, en el Océano Índico: el dodo o dronte era una paloma mayor que un pavo, que anidaba en el suelo y que -desconociendo predadores- era fácilmente cazable de un simple palazo, dado que tampoco volaba, nadaba ni era muy corredora. Así que pronto fue a parar a la olla de los marinos hambrientos de carne fresca y, como ésta era dura y desagradable, le llamaron "el ave de las náuseas". Pero cuando hay hambre no hay pan duro, así que la caza y predación de sus huevos prosiguió, tanto por los humanos como por los animales con los que acostumbramos acompañar nuestra expansión por el mundo: perros, cerdos, ratas y gatos, siempre ansiosos de pichones. Y a las pocas décadas, ya desencantados con el lugar, los holandeses se retiraron de las islas en busca de nuevos destinos. Para ese momento, ya también habían dejado al planeta sin ningún dodo vivo.
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Volviendo al cine infantil (o animado, para no ofender a nadie), en la película Madagascar los animales de un zoológico soñaban con el paraíso de vida silvestre que sería dicha isla, la mayor al este de África y justo al lado de las Mauricio. No quiero hacer llorar a los niños, pero debo decir que esto es un engaño apoyado por las empresas de turismo. En todas esas islas la devastación antrópica fue (es) descomunal. Mientras desaparecía el dodo en Mauricio, en Madagascar se extinguía el Aepyornis, un ave de hasta 3,5 (tres y medio) metros de altura. Sumemos a ellos otras aves, entre rapaces, patos, loros, garzas, rascones, búhos, cucús y estorninos exclusivos de estas zonas, casi todos desaparecidos en el mismo siglo XVII. Lo mismo ocurrió con algunos lemures, y los restantes están todavía en grave peligro, entre sucesivos desgobiernos y revoluciones que apenas matizan una constante desforestación.
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Sabemos que en 1638, un dodo vivo era exhibido en Inglaterra. A los 20 años sólo quedaba en ese país el ejemplar embalsamado de la colección de un naturalista, la cual más adelante iría a parar a la Universidad de Oxford. Allí estuvo el dodo apolillándose hasta 1755, en que por su estado fue cremado. Por mera cuestión burocrática, el pico y una pata se apartaron para estadística y así el reglamento los salvó de las llamas. Cuando nació el autor de Alicia en 1832... ¡y cuando nacimos nosotros! eso era todo lo que quedaba del dodo.
Recién en estos últimos 5 años, algunas expediciones buscaron restos en Mauricio alcanzando cierto éxito. Pero el posible rescate de ADN que ofrezcan esos huesos no debería bastar para imaginarnos ya conviviendo. Una especie "viva" es necesariamente la que sigue evolucionando dentro de su ambiente, y en este punto la información genética es insuficiente para un optimismo que no bordee lo patético. El único entretenimiento que hoy les puedo ofrecer con un dodo, sería: ver los comentarios absurdos de alguna nota en la red, disfrutar la colección de dodos de otro blogger, y armar el rompecabezas que ofrece el sitio de una de estas últimas expediciones... de Holanda.

6 comentarios:

Guty dijo...

Pobre pichón, siempre supe que el dodo era un ave extinta gracias al hombre, pero nunca me tomé el laburo de averiguar cuál fue su calvario hasta la total desaparición.
Los seres humanos podemos ser muy soretes cuando nos lo proponemos.

Nick Risaro dijo...

Algo habrán hecho.

Gracias por el informe, nunca me había puesto a estudiar a estos bicharracos.

OPin dijo...

Don unSer, todo parece indicar que el único mecanismo de defensa con que contaba este animalito era su mal sabor. Que lástima que seamos TAN omnívoros y hayamos inventado las especias.
Como usted sabe, ando con el tema de las artes,así que le dejo el link del artista que creó los personajes de Alice in Wonderland modelo Tim Burton para que lo disfrute.
http://michaelkutsche.com/works/
Un abrazo

unServidor dijo...

Guty: Tu frase final está para el sobrecito de azúcar...

Nick: Entonces gracias por hacérmelo saber.

Opin: Tenía un "primo" más sabroso ahí cerquita, el llamado Solitario de la isla Rodríguez (Pezophaps solitaria) que corrió la misma suerte. Y a las aves de corral (y a las vacas, etc) el ser comestibles es quizás lo que justamente les salvó la vida. Como ve, contra el hombre no hay lógica ni defensa que valga...
Gracias por el link.

licha dijo...

el Aepyornis!!! es el del chiste de Susanita!! d ahi hacían sus plumeros mas grandes las Señoras de las cavernas para limpiar!! jajajaja!!!

La Turca y sus viajes dijo...

Hola!!!!
Hay humanos que malos,……………….. Cuando aprenderemos??, aquí en Argentina los pueblos originarios, fueron exterminados y olvidados, no nos basto con hacer desaparecer una raza humana, que ahora seguimos por las especies animales, ¿hasta cuándo??.
Un abrazo de oso.