Muestro nuestros monstruos lacustres australes

En exclusiva, les presentamos las fotos que demonstran la existencia de muestruos marinos acuáticos en los lagos del Sur. Lógicamente, los incrédulos envidiosos intentarán refutar la evidencia, pero ya sabemos que están todos equivocados (los demás).

En la primera imagen, una manada de plesiosaurios retoza a lo lejos, apenas distinguibles por el contraluz de un atardecer chileno. Aún así, está claro que son las cogotudas criaturas prehistóricas que hace un siglo visitaron nuestro lado de la Patagonia, y no cisnes (¡por favor!) como dicen los que no tienen noción de escalas, pues esas siluetas no pueden ser tan pequeñas cuando sabemos que la cordillera de los Andes es enorme. En fin: que sigan en el error (ellos).

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En la segunda foto se puede apreciar otra extraña criatura, vista durante un verano patagónico en un lago que no revelaremos, para evitar la caza furtiva de monstruos fuera de temporada. Esta vez nuestros detractores, para parecer verosímiles, han forzado su visual caprichosamente hasta ver una persona con snorkel, cuando lo que hay es un cuchivilo nadando en dirección opuesta. Pero claro: ellos ya indujeron a los débiles de carácter a ver otra cosa afín a nuestra vida diaria, y sólo los capos-re-grossos quedarán del lado de la verdad (el mío).

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Como decía mi amigo Flavio Zarpe, la tercera es la vencedora. Aquí está, en un brazo del Nahuel Huapi, el mítico Cuero, ya menos mito y más "realidad científica", al punto de que lo bautizo Cuerosaurus unservidoriensis. Como contaban los mapuches, tiene color de vaca, pero en un tono más de Munchi's que de Milka. La playa desde donde fue visto tenía algunos troncos tirados del mismo color, lo cual significa dos cosas: que Cuero es fuerte, pues puede derribarlos, y que se camufla similar al paisaje, por eso se lo ve poco.

Finalmente, una secuencia muestra el eterno rechazo que esos seres han provocado siempre en la humanidad al emerger del agua, lo cual explica porqué prefieren vivir escondidos de nuestra vista y sumergidos en la soledad.

Esto es todo por hoy. Aquí los dejo, pues tengo mis obligaciones y no quiero llegar tarde al turno con el oculista.