Quién dijo que sería fácil...

Uno sabe que, aunque no logre resolverlos, juegos como el Senku o el cubo mágico de Rubik tienen solución. Incluso las mismas están en Internet. Claro que no siempre andamos con ánimo de destruir la magia del desafío matando la incógnita. Hace unos días, vi al profesor Adrián Paenza distribuir 32 piezas de dominó en las 64 celdas de un tablero de ajedrez (cada ficha medía dos casillas): esto era muy fácil, pero luego eliminaba dos casilleros del tablero, cada uno en una punta y ambas enfrentadas diagonalmente, quedando 62 espacios en el tablero de ajedrez, para -obvio- 31 piezas del dominó... y sin embargo ¡no había forma de que no sobre o falte media ficha!

Cuando yo era chico, llenaba papeles con un dibujo de 5 ladrillos cuyas rectas (9 horizontales y 7 verticales) debía atravesar de a una por vez sin levantar nunca el lápiz del papel. Con esas únicas condiciones, podía empezar donde quisiera, adentro o afuera, y seguir el recorrido que se me antojara: nunca lograba los 16 cruces que me darían la victoria. De hecho, prometo un premio material a quien lo logre.

Admiro a quienes tienen facilidad para las matemáticas, es decir, para el pensamiento lógico. Los supongo capaces de resolver muchos conflictos... aunque eso no signifique que tengan ganas de hacerlo. No siempre el dueño de la pelota será quien mejor juegue al fútbol. Pero el hecho de que tengan eso que uno no alcanza, me provoca cierta envidia. Inofensiva, claro ¡tampoco es que quiera comer sus cerebros! Si está visto que sin pensar también sobrevive mucha gente...

Ahora, dedicado a Fray Mollo (que tal vez lo resuelva mirándolo fijo) y a quien me lo hiciera llegar en su corcel... (¿quién era?)... les presento el juego más difícil del mundo (?). En sólo dos dimensiones, y sencillísimo a la vista, apenas exige llevar un cubo de un lugar a otro de la pantalla con las teclas del cursor, atravesando un espacio donde dos pares de pelotitas rebotan sin variación. Quien pueda sortearlas sin ser tocado por ellas, me avisa cómo sigue el juego una vez que llegó a destino... porque yo, no lo logré.

Lógicamente, les deseo... buena suerte.