99 años, 11 meses y 3 días

Los ladrones que el año pasado llevaron de mi casa entre otras cosas el videocassette donde recientemente había filmado el cumpleaños 99 de mi abuela, sabrán seguramente el precio de todo lo que nos quitaron, pero nada de sus valores. En aquella celebración, toda la familia crecida a partir de ella y de sus 5 hijas había venido desde distintos puntos del país a agasajar a la semianalfabeta anciana que supo pastorear cabras en San Clodio, cerca de Quiroga, en su Galicia natal, y que a los 18 se vino a esta punta del mundo a buscar un mejor destino.

Pilar aquí conoció al correntino puro que fue mi abuelo (mezcla de guaraní y español acriollado hace siglos, con alguna gota alemana que le sumaba tamaño y un toque rubión a su presencia nativa). Embarazada de mi madre se casaron, y luego vendrían las restantes hijas, los 15 nietos y los 27 bisnietos, el último de los cuales nació este fin de semana (y ya hay otro en camino). Números pequeños para la última sobreviviente de 13 hermanos, entre los cuales uno murió fusilado por el Franquismo en la misma puerta de su casa.

Miércoles. Hoy, tras haber estado hablando y sonriendo a los ojos de la gente, se le dio por fallecer. Nos privó del gusto que en sólo 3 semanas íbamos a darnos festejándole su siglo de vida (como Fidel retirándose justo antes de cumplir medio siglo en el Poder). Parecen bromas de los ancianos aguando celebraciones... y mi posibilidad de filmarla nuevamente.

Se fue aquella que, cuando buscábamos la caja de bombones, la tenía en sus manos... vacía bajo su sonrisa pícara. La que un día me habló emocionada de sus juveniles caminatas por el monte, cantando con sus amigas de regreso a la aldea. Yo sé que está siguiendo ese sendero ahora. Y en el Camino de Santiago, hoy ella vuelve a cantar con sus amigas.