Yuyito Fernández

La Reserva Ecológica Costanera Sur no gana para sustos. Incendios intencionales, apetitos inmobiliarios, gestiones abandónicas y declaraciones omnipotentes de quienes pueden pero no saben, integran un mismo paquete-bomba cuyas piezas se creen opuestas entre sí cuando no bienintencionadas. No, señora: esto de ahora no es un "yuyal" que deba imitar a artificiales parques neoyorquinos, así como tampoco era un "desierto" el territorio que el general Roca sacrificó al Progreso.

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Nuestra Naturaleza es desacatada para el orden y las órdenes del hemisferio norte. No es mala: tiene eso. Su barbarie escandaliza a la civilización. Lo que parece "maleza" es un minúsculo pastizal de los que supo tener la llanura pampeana desde un horizonte a otro, antes de ser convertida en la región más alterada por el capitalismo en Argentina. La Reserva conserva lo que el conquistador inmigrante no tolera: lo nativo. La Reserva preserva lo auténtico.

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Y mirá lo que son las cosas: la presidenta propone parquizar justo cuando el Congreso Mundial de la Naturaleza nos insta a proteger los pastizales. Lo desconoce aún cuando nuestra Secretaría de Ambiente forma parte de ello, así como se ignoran obras en marcha o resbalan nuestras necesidades ambientales. Señora: el "pulmón verde" que sugiere... ¡ya existe! Los turistas que quiere atraer ofreciéndoles lo mismo que tienen en sus ciudades... ¡ya vienen! Y a algunos hasta los he acompañado a la R.E.C.S. porque querían ver nuestra naturaleza: colibríes (el viejo mundo no tiene), el mundialmente famoso trabajo del hornero, mariposas que hace miles de años se alimentan sólo de alguna planta autóctona en particular (y que no estarán donde sea reemplazada por otra de afuera), especies que a poca distancia -en los prolijos bosques de Palermo- simplemente no están, por no sentirlo su ambiente.

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Si quiere cambiar la Realidad, que no sea para peor. Quiten los escombros de la orilla, bajen los decibeles de la música que nos imponen desde la calle, señalicen el acceso varias cuadras antes, cuiden desde una napa que siempre haya agua en la laguna de adelante para que dejen de ingresar animales y pirómanos, aporten desde el río a la laguna principal, dejen que las lluvias se encarguen de las dos restantes, controlen la vegetación exótica, eduquen; limítense a lo que deben, y si el ego insiste en querer cambiar realidades, olvídese del mundo de las apariencias para empezar por adentro; allí, donde nada sirven los maquillajes.

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Posdata: Acompañan esta entrada, unas fotos que tomé mientras disfrutaba de este espacio. Para saber más del tema posteado, pueden (deben) leerse esto y esto.