Las señas abiertas de América Latina

El presidente que Honduras había elegido democráticamente, este domingo continuaba depuesto (¿democráticamente?), mientras la mayoría de los electores participaba democráticamente de unas elecciones donde (¿democráticamente?) faltaba una corriente.

En tanto, las calles de Buenos Aires aún recuerdan el menos lejano que negado ¿golpe? de 2001, así como las duraderas consecuencias de "probar" la proscripción del peronismo tras la partida de su líder en la cañonera paraguaya. Y después, cuando se revaloriza a los pensadores difuntos, no sabemos ni cómo se acentuaba su apellido.

El tiempo nos dirá la diferencia entre un barco paraguayo y una embajada brasilera. El caso es que, en LatinoAmérica, la historia siempre parece pendular entre Guatemala y Guatepeor.

Algo tenemos roto. Y lo sabemos. Pero no lo queremos aceptar, y así no podemos empezar las necesarias puntadas con hilo. Nos falta fe. Nos duele el Colon. Y esperamos la luz verde... aunque la dejamos fuera de cuadro.

Nuestro continente es sumamente complejo. No siempre apuntamos en la misma dirección, y muchas veces nos dejamos llevar por rivalidades estériles, dispuestos a creer habladurías o en todo caso a no aportar más solución que el escándalo. Y es tan cómodo que nos indiquen las cosas con carteles y nos señalen los demás hacia dónde ir...

Pero nos queda la esperanza. Uruguay también votó este domingo, y lo hizo con una madurez envidiable. Un futuro claro de salvación, no es imposible. Sólo hacen falta nuestras manos, para ir juntando los pedazos y volver a colocar todo en su lugar.

La voluntad es el primer elemento de la fórmula. Nosotros podemos. Sólo tenemos que saber quiénes somos. Dónde estamos. Y resistir.

Y los demás... ¡que no rompan!