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lunes, 19 de julio de 2010

Doble Nelson

Este domingo frío y lluvioso me quedé en casa: al mediodía vi la película Invictus, que transcurre durante el primer gobierno negro de Sudáfrica, a la tarde leí Le Monde Diplomatique que este mes incluyó una nota de Alain Gresh sobre Mandela, y a la noche descubrí que el dirigente africano estaba cumpliendo 92 años, todo el mismo día. Triple coincidencia con la que recuerdo también que, ahora que los periodistas del mundo abandonaron Sudáfrica, es de sospechar que allí -aunque no lo veamos y aunque usted no lo crea- siga la vida...
Pero quiero volver sobre algunos hechos pasados y algunas actitudes presentes. Así como Gandhi fue una molestia en tiempos en que empezaba a plasmar la causa nacional desde su Partido del Congreso, el líder del Congreso Nacional Africano (ANC) lo era décadas atrás. Y ambos terminaron, años después de sufrir prisiones y llegar al gobierno, santificados por el cine de Hollywood. Pero los nativos de las ex-colonias no eran bien vistos cuando no pasaba por ellos hacer buenos negocios. Por esto, como quien cuenta lo que oyó en la radio, o lee en la misma el diario, o lo presta (si no es ilegal)... quiero compartir alguna información de la citada nota que no tienen tanto que ver con Mandela en sí, como con la visión que de él ha tenido y fomentado Occidente.
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El ANC era aliado del PC sudafricano y recibía apoyo material de la Unión Soviética. Muchos dirigentes fueron formados en Moscú y Hanoi. Tras la masacre del 21/3/1960, este partido hasta entonces dialoguista decidió volcarse a la lucha armada tras entender que los blancos jamás cederían poder a las mayorías negras. Hubieron sabotajes e incluso bombas en bares. Mandela fue detenido en 1962. En 1975 Cuba intervino en el limítrofe país de Angola contra fuerzas de Pretoria, y en 1988 obtuvo una victoria que para Mandela representó "un giro decisivo en la liberación de nuestro continente y de nuestro pueblo". Hacía un par de años que ya recibía propuestas de liberación, condicionadas porque renuncie unilateralmente a la violencia, cosa que rechazaba. En sus Memorias escribirá: "Es siempre el opresor y no el oprimido quien determina la forma de la lucha. Si el opresor utiliza la violencia, el oprimido no tiene otra opción que responder con la violencia". De hecho, las movilizaciones populares y las sanciones internacionales serán los hechos "violentos" que por fin acabarán con el Apartheid. En 1991 Mandela recibirá a Fidel Castro como invitado de honor al asumir el poder tras las primeras elecciones democráticas del país. Otros países, los más poderosos, habían estado del lado equivocado por temor al comunismo.
Los EEUU de Ronald Reagan tomaban a la Sudáfrica racista como parte de su mundo occidental, la habían apoyado en Angola, colaboraban con los servicios secretos y desalentaban una "democracia no racial". Curiosamente, el país que bloquea a Cuba desde hace tantos lustros, rechazaba en este caso las sanciones porque perjudicarían a la población. El Congreso condenó el Apartheid recién en el último año de Reagan y a pesar del Ejecutivo, que apoyaba materialmente a los afganos contra el marxismo (a los mismos que años después les provocarían tantos dolores de cabeza) mientras condenaba por terroristas al ANC y la OLP dirigidas por dos futuros premios Nobel.
El Reino Unido no quiso saber nada con el ANC hasta que Mandela ya estaba libre. En 1987 Margaret Thatcher se opuso a las sanciones al gobierno racista, mientras unos afiches de la agrupación estudiantil de su partido conservador decían "¡Cuelguen a Nelson Mandela y a todos los terroristas del ANC! Son unos carniceros". Las poco creíbles disculpas llegaron en febrero. De este año. El 2010.
Israel suministró armas y ayuda para el programa militar nuclear y de misiles. En 1975 Shimon Peres (hoy Jefe de estado) firmó un acuerdo de seguridad siendo ministro de Defensa, y al año siguiente se recibió con honores en Israel al primer ministro sudafricano, ex-simpatizante nazi. Los responsables de sendos servicios secretos se reunían periódicamente para coordinar la lucha contra el terrorismo del ANC y la OLP.
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Hoy Mandela es un viejo sabio querido en todo el mundo, y sus antiguos enemigos pueden vender sus remeras como han hecho con la efigie de un Che ya muerto. No les interesa que se sepa más del ídolo que los acosó en vida y -sobre todo- no les interesa que se sepa más de ellos mismos.
Gandhi o Guevara tuvieron peor final. Y sin embargo, los tres parecen tener uno muy parecido.

5 comentarios:

Nick Risaro dijo...

Muy buen texto, hace poco estuve leyendo un poco de historia sudafricana gracias a un libro de Mankell.

Mandela, Guevara, el che... son grandes figuras del siglo pasado (que raro suena decir del siglo pasado), a la altura de próceres. Han conseguido infiltrarse en culturas que los odiaban, aunque me temo que muchos de los que usan remeras con sus caras o dicen sus frases no tienen la menor idea de lo que están diciendo.

licha dijo...

heee... juraría q había opinado acá, =(, bueh algo pasó... lo importante es q vine a dejarle un abrazototote y decirle feliz día del amigo!
=)

Fla-q dijo...

Los tibios no escriben la historia, Unservi.
Eso sí, la tinta con la que se escribe la historia siempre es roja.

unServidor dijo...

Nick: A veces la remera se elige antes que al camino. Como la gente que en vez de empezar a ser marxista tras haberlo leído, empieza a leerlo tras decidirse marxista.

Licha: No sé si escribiste, pero lo que sé, es que hacía más de dos años que un post no tenía tan poquitos comentarios. Abrazote para usted también.

Fla-q: Hay que ser muy frío para usar esa tinta.

Maria Mcclain dijo...

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