- La vida es algo demasiado importante como para ser siempre tomada en serio.
- Lo menos frecuente del mundo es vivir. La mayoría de la gente apenas si existe.
- Para la mayoría de nosotros, la verdadera vida es la que no llevamos.
- El verdadero misterio del mundo es lo que se ve, no lo invisible.
- La instrucción es algo admirable, pero de vez en cuando nos haría bien recordar que nunca se puede enseñar lo que verdaderamente vale la pena saber.
- Vivimos en una época de superproducción, con instrucción escasa; una época en que la gente, tan ocupada en producir, ha olvidado ser inteligente.
- Para conocer el año y la calidad del vino, no hace falta beberse todo el barril.
- Nada es tan peligroso como ser demasiado actual. Se corre peligro, imprevistamente, de quedar pasado de moda.
- La moda es siempre un esperpento tal, que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses.
- Los músicos son terriblemente irracionales. Siempre quieren que uno sea totalmente mudo, en el preciso momento que uno desea ser completamente sordo.
- En el arte como en el amor, la ternura es lo que da la fuerza.
- El objetivo del arte no es la verdad, sino la belleza.
- Las buenas intenciones pueden tener valor en un sistema ético, pero no en el arte. Y no basta con tenerlas: la obra además debe realizarse.
- Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista.
- En los mejores días del arte, no existían los críticos del arte.
- El arte jamás ha de intentar ser popular. El público es el que ha de intentar ser artista.
- La tierra es un teatro, pero tiene un reparto deplorable.
OSCAR WILDE, escritor irlandés (1854-1900)
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